Momentos previos a los hechos (fotosantiguascanarias.org, autor sin identificar.) |
Cada 15 de noviembre
distintos colectivos tributan homenajes a los 6 obreros isleteros
asesinados en 1911, a las puertas de un colegio electoral en el
barrio de Los Arenales, este año la Asociación Foro Nacional
Canario realizará una concentración en la Plaza del Pueblo de La
Isleta de 19.00 a 21.00 horas, mi pequeña aportación al homenaje de
estos mártires es el siguiente documento, el cual es una parte de
uno mayor que será publicado, el apartado que reproduzco aporta
datos sobre el juicio al Teniente Abella.
A principios de
febrero de 1912, el Tribunal militar que instruía el sumario, ordenó
la prisión del Teniente, señalando la celebración del Consejo de
Guerra, para el 28 de marzo de 1912, presidiendo el Consejo el Sr.
March, Capitán General del Archipiélago y notificándose que el
Coronel Burguete sería el encargado de la defensa, a pesar de estar
previsto para esta fecha, el Consejo de Guerra, no se celebró hasta
principios de 1913.
Durante
la vista fueron llamadas a declarar numerosas personas, lo que
ofreció una cantidad importante de versiones, algunas muy
contradictorias en lo esencial de lo que juzgaba, primero si la
Guardia Civil había sido agredida y segundo si se había procedido a
los avisos reglamentarios antes de abrir fuego.
JUAN
BAEZ, el candidato independiente en las elecciones de ese colegio, al
estar presente cerca de la mesa, apuntó un hecho importante ya que
según su versión, Santiago Lorenzo entregó al presidente de la
mesa un documento y que este lo firmó sin leer, según Baez “debía
ser la protección de auxilio a la guardia civil”. Sobre el
momento en él que se produjeron los disparos, Baéz añadió que en
ese momento se encontraba en una de las ventanas del colegio hablando
con Juan Sintes, que se encontraba por fuera y sintió una piedra en
la pared, inmediatamente oyó “preparen, apunten, fuego” y
las ráfagas, Según la declaración de Báez, a parte de la piedra
que chocó contra la pared del colegio, no oyó ninguna piedra más,
ni disparos de pistolas, ni siquiera algún insulto a la Guardia
Civil.
ISIDRO
DÍAZ QUEVEDO, actuaba en aquellas elecciones de apoderado del
partido republicano, según su testimonio fue él mismo el encargado
de salir a desmentir la noticia, que había circulado, en relación
con la detención de Franchy Roca, con lo que se calmaron bastante
los ánimos, manifestó también que dentro del colegio electoral se
encontraban varios guardias municipales, vestidos de paisanos que
entraban y salían de la sede del partido liberal y del colegio y en
ningún momento se les llamó la atención por tal extremo, ni
siquiera a un funcionario del ayuntamiento que saliendo del comité
del Partido Liberal entró en el colegio para repartir candidaturas
dentro del mismo, en cuanto al momento de la descarga Isidro Díaz
comentó que se encontraba junto a la ventana sur del colegio
esperando el comienzo del escrutinio, cuando se oyó un ruido junto a
la ventana, ruido al que las personas que estaban dentro del colegio
no le dieron ninguna importancia, sonando a continuación dos
descargas, ocultándose en el patio con otras personas hasta que
finalizaron las descargas.
Importante
dato en esta declaración, es que tampoco oyó ningún toque de
atención ni escuchó más disparos que los realizados en las
descargas.
ANTONIO MILLARES LÓPEZ, que se encontraba en el momento del suceso
en la calle Carvajal manifestó durante su declaración que no oyó
toques de atención, ni tampoco provocación o insultos a la Guardia
Civil por parte de los presentes.
TENIENTE ALMANSA, manifestó que en el momento que
el Teniente Abella se encargaba de ponerse al frente de las fuerzas
de caballería fue agredido, dando la orden de fuego, teniendo que
ponerse él mismo al frente de la caballería hasta la llegada del
Capitán Valdés.
FRANCHY
ROCA, curiosamente la defensa y la acusación renunciaron a oír su
declaración.
Tras
las declaraciones, la defensa y la acusación expusieron sus
informes, el fiscal solicitó la pena de doce años de prisión
mayor, separación del servicio y una indemnización de mil
quinientas pesetas por cada una de los fallecidos. Por su parte, la
defensa solicitó la absolución del Teniente.
Posteriormente,
el juez ordenó la presencia del acusado para comprobar si tenia algo
que agregar a sus declaraciones anteriores, el Teniente Abella se
reafirmó en todo lo que había declarado con anterioridad,
manifestando que había cumplido estrictamente con las ordenanzas y
reglamentos del cuerpo.
Quedando
después de todas las declaraciones a la espera del dictamen del
Capitán General.
En
julio de 1913, fue dictada la sentencia del Consejo de Guerra,
absolviendo al Teniente Abella, creando un enorme revuelo popular,
convocándose una manifestación por las calles de la ciudad,
colocándose al frente de la manifestación un vehículo con coronas
de flores en recuerdo y respeto de las víctimas, la manifestación
culminó en el cementerio, depositándose las coronas en las tumbas,
el periódico “El Tribuno” publicó el siguiente artículo:
“No esperaba
eso el pueblo de Las Palmas. Creía este sencillo pueblo, que el
hombre que mandaba las fuerzas que el 15 de noviembre de 1911 dieron
muerte a seis obrero indefensos, contra los cuales no existe
acusación alguna; creía este pueblo que el teniente Abella era
digno de castigo, que por lo menos sería incapacitado para seguir
vistiendo el uniforme de la guardia civil. Mas por lo visto, el
Tribunal Supremo de Guerra y Marina, por lo visto el Código de
Justicia Militar, estiman y califican lo hecho aquí por el teniente
Abella, de muy distinto modo a como lo ha estimado y calificado el
pueblo de Las Palmas que presenció aterrado los sangrientos sucesos
y considera sorprendido el fallo recaído en la causa que a
consecuencia de ellos se seguía al teniente Abella.
La manera de
apreciar los hechos es distinta. El Tribunal, absuelve. La vindicta
pública condena.
No discutimos.
Afirmamos que la vindicta pública no está satisfecha.
Triste es el
hecho, pero es preciso anotarlo como un caso más en que el sentido
de Justicia innato en todas las almas honradas y en todas las
sociedades, se halla en absoluto desacuerdo con la Justicia escrita y
elevada a la práctica”.
VICENTE
HERNÁNDEZ VERA, PEDRO MONTENEGRO GONZÁLEZ, JUAN PÉREZ CRUZ, COSME
RUÍZ HERNÁNDEZ, JUAN TORRES LUZARDO Y JUAN VARGAS MORALES, se
merecen todas las honras que se les tributen.